21 de marzo de 2013

Jugar con la pulsera

Supongo que es una cuestión de gestos, ¿verdad? Llevo toda la noche con la pulsera sobre mi escritorio...primero tiene forma de una L, luego tiene forma amorfa, , luego caprichosa, no sé, luego en círculo...lo importante es no parar de jugar. Mi mano, a cada descanso de teclear, vuelve a ella, a juguetear...
No es esto lo que me gustaría decir, pero es esto lo que me sale decir. Hay algo que callo, algo que entiende la pulsera, por el significado de las cosas y de lo que ella misma entiende. No digo que sea un lenguaje sencillo, ni perfecto, pero es un lenguaje que, llegado el momento, en el lugar adecuado, es el más intenso de los mensajes.
Es como, a ver...de improvisto poner punto y seguido a un intenso desenlace que prometía un final venido a menos, algo así...
La esencia tiene innatas cualidades indescifrables aquí. ¿Lo entiendes? Viene a decir lo siguiente. No trates de dibujar un abrazo, de escribir un beso o de fotografiar una mirada, porque no lo vas a conseguir. La esencia sólo se encuentra cuando la tienes frente a ti...
Vivo buscando esencias, me acerco...cada día menos kilómetros. Sí.

19 de marzo de 2013

Semanas, días, horas, minutos y segundos

Vivo buscando los horarios de trenes y autobuses, aprendiendo los precios y enlaces de las estaciones del río y la playa. Día tras día, a cada rato aburrido (y te aseguro que me sobran), vuelvo a mirar las fechas, a cuadrar los sueños con las realidades, a fantasear con que el tiempo vuela, y luego se detiene, y luego nos quedamos juntos, tú y yo, en una habitación con las persianas bajadas, sin importarnos si es noche o mañana, si es lluvia o sol lo que hay tras la ventana.
Me paso los días, las mañanas sobre todo, escuchando música que está atada a ti, que anudé a tus recuerdos. Y me encanta, porque aunque tarden en llegar los "buenos días", al final siempre aparecen cuando tú te dejas ver, aunque sea figuradamente. No hace falta que tenga mucho sentido, yo lo entiendo, estoy sonriendo, de verdad.
Mientras escribo esto me debato entre reducir al mínimo las palabras o alargarlo eternamente, me pasa igual que cuando estamos cerca, ¿callar o charlar? Pufff, no hubo nunca una decisión más difícil...quizás susurrar, ¿verdad?
A ver, esto es muy muy difícil...y terriblemente sencillo:
Es martes, bueno, ya casi pasó, pienso para mí, miércoles. Mañana pasará volando, por favor, hablar, recoger las credenciales para el camino de Santiago, paseo para la Facultad, y no sé, visto y no visto. El jueves, no sé, pero a las nueve de la tarde-noche, para casita. Volando, de verdad.
Luego llegar a Palma, tres días que volarán, ajetreo y hostia, en menos que canta un gallo. A caminar.
Ahhhh, que no se me olvide, 30 sms, un par de llamadas, un par de intentos de conexión a Skype...no sé, ¿todo el mundo necesita aire, todos necesitamos respirar, no?
Volver, lunes 2 de abril. ¡Es abril!¡Abril! El cinco mi cumple, no quiero ni respirar en esa semana, ¡que vuele! Es mi deseo. Llegar a Palma, un finde tonto, ni verlo venir, balonmano, planeado, y vuelta a Sevilla, sí o sí. Luego otra semana, insufrible, intolerable, quiero que vuele, que pase por encima de mi como un trailer sobre cesped, que no la vea ni venir. Que sea fin de semana, y lunes de cardio...¿y luego?
Luego lunes, o martes, o miércoles, pero por dios, ¡Gibralfaro! Se dice rápido, se lee así.

Nunca, a ver, nunca moví tanto las manos mientras escribía, nunca leí mientras borraba lo que iba a decir.
Nunca fue tan imperfecto, porque nunca jamás de los jamases, como dirían en las pelis románticas, nunca sentí.
Ahora que siento, ahora te digo a ti una cosa. Cuento las semanas, los días, las horas, los minutos, los segundos, cada instante, y lo vivo sin vivir, ¿por qué? Porque sólo espero una cosa, escucharte respirar en silencio, verte sonreir.